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lunes, 8 de febrero de 2016

Un vistazo de ALLEGIANCE OF HONOR


Gracias al importantísimo aporte y traduccion de mi amiga Jennifer Toribio para el Grupo de Facebook: Club de fans de Nalini Singh Latinoamérica-Libros, les comparto Algunos extracto del esperado libro Alianza de Honor, regalo de Nalini, así la espera se hace un poquito más corta!...

Nota de Nalini.
Como dije en mi nota de ese extracto, este es un libro que no solo nos permite ponernos al día con los personajes, pero también evoluciona la trama de manera significativa.
Pero para este extracto del boletín, pensé que me gustaría compartir un adelanto de lo que está pasando con Mercy y Riley... y oh, en esta parte cabe mencionar lo que está pasando con los lobardos 
Emoticón wink
(le robo el término a una amiga. Karlu, un beso).


Extracto de Adelanto de Allegiance of Honor
Por Nalini Singh.

–Quiero matar al Consorcio – Mercy murmuró después de leer el e-mail que Lucas había enviado a todos los Centinelas hablando sobre el secuestro de un cambiante de Blacksea–. Cortarlos en pequeños pedazos y lanzarlos en ese cañón que visitamos en Arizona. 
–Los halcones podrían oponerse a toda esa carne rancia en su territorio –dijo su compañero ligeramente desde donde se encontraba a su lado, leyendo un mensaje de su propio alfa.
–Mmm. – Mercy colocó su teléfono en la superficie plana más cercana, a continuación, se apoyó en la barandilla del porche de su vieja cabaña.
Teniendo en cuenta su necesidad de estar más cerca de la sanadora de DarkRiver con el embarazo en estado muy avanzado, Riley y ella habían tomado la decisión de moverse hacia abajo desde el domicilio habitual la semana anterior. Ellos no habían solicitado ninguna cabina abierta en tierras DarkRiver, pero el compañero de manada que actualmente vivía en la vieja cabaña de Mercy la había ofrecido alegremente a ellos mientras dure. 
Todo lo que Rina había pedido era que soltaran la sopa sobre el número y el sexo o-sexos de los lobardos para poder ganar la apuesta. Cuando Mercy había amenazado con matar a la joven soldado en su lugar, Rina se había reído y despegado, pero no sin abrazar a Mercy en primer lugar con el afecto salvaje de un compañero de manada que sabía que su contacto nunca sería rechazado.
El recuerdo la hizo sonreír cuando él dijo: –La carne rancia es bastante mala. Y los halcones son nuestros aliados. –Aunque a diferencia de los lobos, la alianza DarkRiver-WindHaven todavía era un trabajo en progreso, no en las primeras etapas, pero tampoco no mucho más allá.
–Lo sé. – Ella chasqueó los dedos–. Puedo tirar las piezas en el territorio SnowDancer. Los lobos no tienen ningún sentido del gusto por lo que nadie se dará cuenta.
Su precioso compañero lobo le gruñó. 
Riendo, ella pasó los dedos por la seda castaña y gruesa de su cabello. Estaba inclinado hacia delante sobre la barandilla, con los ojos en su teléfono, mientras ella se apoyó en él. –¿Hawke?
Riley asintió, cambiando ligeramente de modo que ella pudiera acariciarlo más fácilmente, esas incongruentes bonitas pestañas de él maravillosamente visibles en esta posición. –Llamó a los cinco tenientes para una reunión hoy. Probablemente vamos a discutir la situación de BlackSea. – Deslizando lejos su teléfono, se levantó en toda su altura, un hombre de hombros anchos, con los ojos de chocolate oscuro que la miraban como si ella fuera su todo. 
Mujer y leopardo, cada parte de Mercy lo adoraba. 
Mordisquéandola, haciéndola sonreír, Riley puso su mano sobre su vientre. –¿Cómo te sientes?
Su corazón se hizo papilla porque su compañero la estaba acariciando y dijo: –Como si hubiera estado embarazada por siempre. –De acuerdo con sus tres gamberros hermanos, estaba más cerca de los veintisiete meses. De acuerdo con los curadores de SnowDancer y DarkRiver, estaba justo apenas en los últimos ocho meses.
Mirando hacia abajo en su vientre, la mano derecha de Riley fuerte y cálida en la curva de él, mientras que él usaba su mano izquierda para masajearle la nuca, ella habló con sus lobardos en su mejor tono de "comportarte". Un tono que ella y los gamberros habían escuchado a menudo de su propia madre durante su infancia. –Ustedes están destinados a salir temprano –le dijo a los bebes que ella amaba más allá de la vida–. Los nacimientos múltiples siempre llegan temprano. –Por lo que la madre probablemente no explotaría o caería de cabeza sobre su vientre. 
Riley le mordisqueó la oreja. 
Ronroneando, ella coló su mano debajo de la camisa para jugar con sus dedos sobre las líneas estriadas de su abdomen. Dios, su compañero aceleró su motor. –El sexo podría hacer que los bebés salgan –dijo, besándole la garganta.
Estremeciéndose, él comenzó a deslizar su mano hacia la copa de su pecho, y de pronto parpadeó y sacudió la cabeza. –Acabas de hacer eso. –Fue una acusación con los ojos entornados.
Dejando al descubierto sus dientes contra él, empezó a desabrochar los botones de su camisa mientras él estaba distraído. –Tus hijos me están volviendo loca. –Los embarazos múltiples de cambiantes nunca llegaban a término. Nunca.
Aparentemente, los lobardos no recibieron ese memo. 
–¿Es que cómo va a ser? ¿Van a ser mis hijos cada vez que sean traviesos? 
–Por supuesto. – Empujando la camisa de Riley, amasó sus hombros musculosos con el placer hasta los huesos, un ronroneo se construyó en su interior–. Mis hijos van a ser ángeles –dijo cuando ambos sabían que ella era la que había llevado los genes demoníacos. Por otra parte, la familia Kincaid hacia alarde de Drew–. Sin embargo, los pequeñuelos me han dado pechos espectaculares.
La mirada de Riley cayó, su aliento contenido. –Tus pechos siempre eran espectaculares.
Hundiendo sus dientes en el labio inferior, ella dobló un dedo. –Ven y bésame."
© Copyright 2016 by Nalini Singh

Y que les pareció...???

jueves, 22 de agosto de 2013

LA PRINCESA CANIBAL, Nalini Singh

Traducción de Nieves Calvino Gutiérrez

—¡Sascha, cariño!
Sascha sintió que sus labios se movían nerviosamente al escuchar el infantil grito.
—Todo es culpa tuya —le dijo a Lucas mientras él se esforzaba por disimular su sonrisa sin conseguirlo.
—¿Qué puedo decir? —dijo abriendo los brazos—. El chico tiene buen gusto, por no hablar de su excelente don con el lenguaje.
Haciendo caso omiso de su compañero mientras la seguía de la enorme cocina de Tamsyn al salón, se dirigió al sofá donde estaban sentados Julian y Roman, uno al lado del otro.
—¿Habéis llamado, altezas?
Los cachorros dejaron escapar unas risillas antes de separarse. Julian dio una palmadita con la mano en el espacio que había quedado entre los hermanos y Sascha se sentó en medio de ellos. Luego se acurrucaron contra a ella inmediatamente, tan pequeños, tan cálidos y tan queridos. Cada vez que abrazaba a aquellos dos tunantes se preguntaba qué les tenía reservado el futuro a Lucas y a ella. Levantó la mirada y se encontró con la de Lucas mientras este se acomodaba en el borde de la mesita de café frente a ella. En sus hermosos ojos verdes podía ver un tipo de promesa más ardiente.
El corazón le dio un vuelco. Imposible, le dijo su mente psi. Pero sabía que sí era posible. La mayoría de los psi había olvidado la fuerza que poseían las emociones. Podían hacer daño y podían proporcionar una dicha mayor que todo cuanto jamás había imaginado posible.
Una manita le palmeó el brazo izquierdo. Roman, pensó, girándose para depositar un beso en su cabeza. Era el más callado de los dos, pero juntos era un auténtico terremoto sobre cuatro piernas… u ocho patas, si se encontraban en su forma animal.
—¿Echáis de menos a mamá? —preguntó Sascha.
Roman asintió y Julian, al otro lado de ella, le preguntó:
—¿Vuelve esta noche? —Su voz sonaba inusitadamente lastimera.
—Sí, vuelve esta noche. —Tammy y Nate habían tenido que realizar un viaje relámpago fuera del estado, dejando a sus cachorros al cuidado de Sascha y de Lucas. Ella adoraba a los pequeños y no dejaba de sorprenderle que dicha adoración pareciera mutua. Miró a uno y luego al otro—. Y pienso decirle lo bien que os habéis portado.
Eso le granjeó una sonrisa de Julian y un besito en la mejilla de Roman. Lucas los observó con ojos burlones. Sabía que su compañera era incapaz de resistirse a los niños. Sascha le hizo una mueca.
—¿Un cuento, Sascha?
Sascha se quedó paralizada con la pregunta de Julian. Incluso después de haber pasado meses con los DarkRiver seguía habiendo cosas que le sorprendían.
—¿Queréis que os cuente un cuento?
Los cachorros asintieron y dos pares de brillantes ojitos la miraron expectantes.
Totalmente perdida, le lanzó una mirada a Lucas. Ella no sabía contar cuentos, pues se había pasado toda su infancia desterrando las emociones de su alma.
Nunca nadie le había contado una historia salvo para advertirle que mantuviera las emociones bajo llave, donde no pudieran destruirla. Su madre le había hablado en susurros sobre los rehabilitados, las aterradoras criaturas que no eran más que vegetales andantes a los que les habían extraído la vida.
El recuerdo más poderoso de su niñez era el de estar en el Centro viendo a los rehabilitados deambulando de un extremo a otro de la estancia, arrastrando lo pies, con el semblante carente de expresión y los ojos vacíos, en los que solo podían verse retazos marchitos de humanidad.
Lo siniestro del recuerdo amenazó con hacer mella en Sascha, pero entonces una oleada de amor se expandió por las sinuosas hebras del vínculo que había en su interior, aquel lazo mágico que la unía a la pantera sentada frente a ella en la mesita de café, con las largas piernas estiradas.
—Yo me sé un cuento—dijo Lucas captando la atención de los gemelos—. Pero es de miedo.
—¿De verdad? —Julian se inclinó hacia delante presa de la emoción.
—Ya no somos bebés —agregó Roman.
Lucas hizo una mueca.
—No sé, no sé. A lo mejor vuestra mami se enfada.
—¡Por favor, tío Lucas!
—¡Por favor!
—¡Por favor, por favor!
—¡Por favor!
Lucas exhaló un suspiro con aire solemne y se inclinó un poco hacia delante, apoyando los antebrazos en los muslos.
—De acuerdo, pero que conste que os he advertido. Si tenéis pesadillas, no vengáis a quejaros.
Nadie que le viese en esos momentos, con aquella expresión indulgente en el rostro y voz suave, podría haberle identificado como uno de los depredadores más peligrosos de la zona, una pantera que podía hacer pedazos a los enemigos solo con sus manos.
Aunque Sascha sabía de sobra cómo era el alfa de los DarkRiver, en ese instante estaba atendiendo las necesidades de dos de los miembros más jóvenes del clan. Y las de ella. También estaba cuidando de ella, prestándole su apoyo en silencio y haciéndole saber que estaba a su lado para ayudarla mientras se adaptaba a su vida, a su nuevo mundo.
—Érase una vez una princesa… —comenzó Lucas
—¡Una princesa! —exclamó Julian indignado, seguido por el asentimiento ceñudo de Roman.
Lucas profirió un gruñido con el que consiguió que los cachorros guardaran silencio y se acurrucaran contra Sascha temblando por el susto. Ella sabía que no era más que puro teatro, pero los abrazó de todas formas.
—Como iba diciendo, érase una vez una princesa que vivía en una torre en medio de un bosque y tenía siete sirvientes.
—¿Siete? —se atrevió a susurrar Julian.
—Uno para cada día de la semana —repuso Lucas—. Veréis, cada día un criado iba hasta el pueblo de al lado y…
—¿Y? —le apremió Roman esta vez.
—No sé si seguir. —Lucas frunció el ceño—. Esta es la parte que da más miedo. ¿Seguro que no os asustaréis?
Los pequeños asintieron rápidamente.
Asintiendo a su vez, Lucas se arrimó un poco más y bajó la voz hasta que no fue más que un susurro.
—Veréis, la princesa tenía unos dientes larguísimos y afilados como cuchillas.
Roman ahogó un grito, pero no le interrumpió. Julian no se quedó tan callado.
—¿Cómo los lobos?
Lucas esbozó una sonrisa.
—Justo como los lobos.
Sascha le miró ceñuda. Se suponía que ahora los lobos eran sus aliados.
En los ojos del alfa centelleaba una risa impenitente mientras proseguía con la historia.
—La princesa podía atravesarlo todo con esos afilados dientes lobunos: carne y hueso, madera y metal, incluso… las puertas de las habitaciones de los niños pequeños.
Mientras los cachorros se estremecían de nuevo, Lucas alzó la mirada y pilló a Sascha con los ojos como platos. Parecía tan inocente como Julian y Roman en esos momentos, una niña rindiéndose a la magia de un cuento por primera vez. Una desgarradora oleada de ternura le invadió el corazón, acompañada de una determinación férrea. Nadie volvería a hacerle daño, no mientras él viviera.
—Bien, pues resulta que en el pueblo…, el pueblo al que los criados iban todos los días —continuó, inventándose la historia a medida que la contaba—, vivía un niño pequeño. Cada noche se iba a dormir después de cerrar todas las ventanas y puertas de su casa.
—¿Por qué? —preguntó Sascha.
—Para que los criados de la princesa no le cogieran —dijo, como si eso fuera algo obvio.
—Pero ¿por qué? —insistió su analítica compañera psi.
—Porque… —Hizo una pausa para darle más tensión y luego gruñó las siguientes palabras—: a la princesa caníbal le gustaba comer niños pequeños para cenar.
Sascha y los cachorros se abrazaron entre ellos. Lucas casi rompió a reír al ver la expresión escandalizada en el rostro de ella. Con toda seguridad se estaría preguntando qué demonios hacía contándoles un cuento tan sangriento a dos leopardos tan pequeños. Su querida gatita no se había dado cuenta aún de que los niños eran mucho más feroces que los adultos.
—Su plato favorito era niño asado con salsa de miel y rodajas de piña.
—Lucas, quizá… —comenzó Sascha.
—Chist —le chistaron las vocecillas de los cachorros, que seguían aferrados a su cintura—. Más, tío Lucas.
—Bueno, a veces le gustaba engordarlos bien, así que los metía en su pequeña despensa especial y les daba de comer pastel, tarta y…
—¡… salchichas! —añadió Roman.
—Sí —convino Lucas asintiendo de forma solemne—. Y en esa despensa llena de pasteles, tartas y salchichas fue donde metió al niño del pueblo. Le dijo que comiera y comiera… para luego poder zampárselo él.
Mientras estaba allí sentado, contando un cuento deliciosamente siniestro de cómo el niño derrotó a la princesa caníbal solo con su inteligencia, observó a Sascha y sintió el amor que le profesaba a él y a los pequeños rodeándolos como un sedoso manto. Ella no se daba cuenta de lo extraordinaria que era, de que estar en un cuarto con ella hacía que todos se sintieran mejor con respecto a la vida, la esperanza, a todo.
Y era suya.
La pantera que moraba en su interior se sentía complacida con esa idea. Lucas sonrió, mostró los dientes y terminó el cuento agarrando a los gemelos y a Sascha mientras profería un rugido feroz. Los tres gritaron y luego rompieron a reír. Julian y Roman fingieron morder a su tío mientras que Sascha era un arco iris dentro de la mente de Lucas. Frente a él, el rostro de su compañera se deshacía en carcajadas cuando los cachorros se giraron, se miraron el uno al otro y decidieron convertirla en su próxima víctima.
Tras diez minutos de pelear en broma, Sascha levantó las manos a modo de rendición y, sin parar de reír, se declaró «comida».
**
Esa noche, mientras estaban en la cama, Sascha se volvió hacia él
—Cuéntame un cuento, Lucas —le dijo—. Nada de caníbales.
Él suspiró y le acarició la espalda.
—Solo sé historias de caníbales —bromeó.
—Por favor —insistió imitando a los gemelos—. ¡Por favor, por favor!
Lucas la besó, recordando lo reprimida que estaba cuando se conocieron. Pero incluso entonces había sentido la pasión que habitaba en su interior.
—Si no quieres de caníbales, ¿puedo contarte uno sobre monos desquiciados?
Sascha abrió los ojos como platos y asintió.
—Antes de empezar… ¿cuándo vas a contarme un cuento tú a mí?
Ella guardó silencio mientras pensaba.
—Tengo que investigar un poco más. —Posó la mano sobre su torso—. Enséñame.
La pantera ronroneó dando su aprobación, aquella mujer era la compañera perfecta, una mujer que no se rendía, por grande que fuera el obstáculo.
—¿Qué te parece si… —dijo Lucas mientras le deshacía la trenza— contamos juntos este cuento?
Una sonrisa dulce, perezosa y perfecta iluminó los ojos de Sascha.
—Érase una vez una princesa que vivía con una pantera —susurró.
Dos días después, Lucas recibió una llamada de Tamsyn durante la cual le pidió que le explicara por qué sus cachorros conocían el significado de la palabra «caníbal».

miércoles, 7 de agosto de 2013

NOCHE DE PÓQUER

Para aquellos que no están familiarizados con esta serie, esta historia cuenta con los Leopardos DarkRiver (Alpha: Lucas) y los lobos SnowDancer (Alpha: Hawke). El narrador es Nate, el centinela de más alto rango en la manada de DarkRiver.
Nate no sabía cómo la noche póker en su casa y la de Tamsyn había sido invadida por un grupo de lobos, muy bien, jugaría como los lobos. "Maldita sea". Frunció el ceño mientras un sonriente Drew cogía el bote. "Creo que deberíamos prohibir que Hawke esté en la mesa.”
El alfa lobo levantó la vista al oír el sonido de su nombre, sus ojos azules de husky divertidos. "¿Asustado, gato?”
Nate le enseñó los dientes. "Ahora, estás tratando de molestar".
"No quiero derramamiento de sangre hasta después de recuperar mi dinero", dijo Lucas, las cuatro líneas en el lado derecho de su rostro reflejaron la luz cuando él miró alrededor de la mesa. "Debemos pensar en los planes para el aniversario de Riley y Mercy.”
Nate se bebió la mitad de su cerveza antes de responder. "¿Alguien le ha pedido opinión a Riley o Mercy?” Tanto la centinela leopardo como el teniente lobo eran cambiantes dominantes con personalidades fuertes, probablemente tenían un montón de ideas propias.
"Si se le pregunta a mi hermano," señaló Drew mientras contaba sus fichas, "él sería incapaz de resistir la tentación de apoderarse del proceso de planificación, y esto está destinado a ser un regalo para los dos, no más trabajo para él".
Nate tenía que estar de acuerdo con el lobo de ojos azules en eso. Riley era la mano derecha de Hawke, en la guarida SnowDancer todo dependía de su fuerza tranquila e implacable. Si alguien le hubiera preguntado antes del emparejamiento de Mercy y Riley si los veía como una pareja, Nate hubiera respondido con un no inmediato y sorprendido. No es que no respetara a Riley, pero donde el lobo era una roca en una tormenta, Mercy era un reguero de pólvora. No podía imaginar a dos personas más diferentes.
Lo que habría olvidado era que ambos eran protectores y leales, y que el amor no siempre era una ecuación simple. Mercy, salvaje y vibrante adoraba a su sólido compañero, un lobo fuerte que miraba a su compañera Mercy de la misma manera que Nate sabía que él miraba a Tamsyn.
Como si fuera el mayor y mejor regalo de su vida.
“Vamos a tener que celebrarlo en un lugar donde los miembros de ambas manadas puedan asistir”, dijo Dorian mientras Lucas repartía las cartas, el pelo rubio surfista del centinela leopardo llevaba mechones pintados de colores naranjas, había hecho de canguro de un grupo de los cachorros más pequeños de DarkRiver esa tarde mientras sus cuidadores habituales tenían su reunión mensual.
Pintar con los dedos había estado al parecer en el menú. Sobre todo sobre Dorian.
Sonriendo ante el recuerdo de lo que había parecido el hombre más joven antes de tomar una ducha una hora antes, Nate dijo: "El chico prodigio está en lo cierto", y se rió cuando Dorian gruñó ente el apodo que se negaba a morir. "La elección de la ubicación es fundamental." Por mucho que a los alfas sentados en la mesa les gustara tirar de la correa, afirmando que Mercy y Riley pertenecían únicamente a sus respectivas manadas, el hecho era, que la pareja se asentaba en la frontera. Formaban parte de la esencia misma de DarkRiver y SnowDancer, eran queridos por sus compañeros de ambas manadas.
"La cosa es," comentó uno de los lobos, un soldado de alto rango, mientras cogía unas nueces del plato sobre la mesa. “Riley podría no apreciar que nosotros pisoteáramos sus planes románticos para esa noche.”
"Detalles, detalles." Drew apartó la preocupación con una despreocupación que a menudo cegaba a la gente y no veían que al igual que Lucas, era un cazador, había nacido con la capacidad de localizar y en su caso, ejecutar a los cambiantes rebeldes violentos. “Haremos la fiesta una semana antes del aniversario real. De esa manera, tendremos una mejor oportunidad de sorprenderlos.”
“¿Qué hay de la frontera oriental entre la tierra de los leopardos y los lobos?”, Sugirió el centinela sentado frente a Nate, los ojos verdes tan vivos, que era evidente que su leopardo merodeaba cerca de su piel esta noche. "Canopy está cubierta, no se vio afectado por la batalla, por lo que sería privado, hermético y seguro."
Lucas levantó una ceja hacia Hawke.
Inclinándose hacia delante, el lobo alfa chocó su botella de cerveza con la de Lucas.
"Fantástico." Nate frunció el ceño ante la mano que le habían repartido. "Ahora, ¿qué vamos a hacer realmente?”
"¿Puedo hacer una pregunta?" Preguntó Drew en un tono que tuvo a todos alrededor de la mesa diciendo, “No.”
Haciendo caso omiso de la respuesta negativa, él dijo: "¿Dónde diablos está Bastien?", nombró al hermano mayor de Mercy. “Me juró que esta tarde él sería el enlace con DarkRiver y yo lo era con SnowDancer.”
Mostrando una sincronización impecable, los tres hermanos de Mercy entraron en ese mismo instante sentándose en las sillas alrededor de la mesa ya llena de gente. "No hay confianza", dijo Bastien con un suspiro. "Un mundo triste, triste." Un movimiento de cabeza. "Y eso después de que yo reclutara a estos dos"-señalando a su hermanos menores -"para ser nuestros sirvientes."
Drew resopló. "Yo tengo a Indy y Brenna. Mi pareja y mi hermana harían que esos dos cachorros escuálidos mordieran el polvo.”
"Volviendo al punto", dijo Nate cuando uno de los ‘cachorros escuálidos’ de 1,80 de altura amenazó con golpear a Drew hasta matarlo, antes de atacar el tarro de galletas con la facilidad de un compañero de manada que había estado entrando y saliendo de esta casa desde que era un cachorro. "¿Ideas para la fiesta?"
Fue a Hawke a quien se le ocurrió la idea ganadora. “A Riley le encantó el viaje que hizo con Mercy al carnaval de Río.”
“¿Una fiesta temática sobre el carnaval?” Los dientes blancos de Dorian destacaron contra la piel bronceada.  "Es perfecto, sobre todo desde que Riley ya no guarda rencor a los felinos de América del Sur que vinieron a husmear mientras él estaba cortejando a Mercy."
La declaración del centinela rubio se hizo eco alrededor de la mesa, y con el tema decidido, Drew y Bastien repartieron las tareas.
"Hecho", dijo Bas diez minutos más tarde, y reanudaron el juego... para dejar a Drew y Nate como únicos supervivientes después de que los otros pasaron con murmuradas imprecaciones sobre la suerte del lobo de ojos azules.
"Es hora de mostrar y pagar.” Abanicó sus cartas y demostró que no había sido un farol. "Full." Una sonrisa. "Tu cara triste me dice que estoy a punto de volver a casa muy contento y feliz. Muchas gracias..."
Inclinándose hacia delante con una sonrisa, Nate mostró una mano que haría llorar a los mismísimos ángeles. Drew gimió y cayó hacia atrás, mientras que los otros alrededor de la mesa abucheaban, lobos y leopardos en armonía, el hermano de Riley ya había desplumado a muchos de ellos.
“Otra mano más”. Enrollando las mangas de su camisa a cuadros, Bastien cogió las cartas para repartir la siguiente ronda. “Me siento afortunado.”
El otro hombre estaba barajando las cartas cuando Nate oyó un susurro sospechoso desde la puerta de la cocina. "Julian. Roman. Venid aquí, ahora."
Sus hijos, ambos  con un pijama color azul cielo estampado con coches de carreras, deslizaron sus pies descalzos hasta el lado de su silla, sus cabezas agachadas. Él no se dejó engañar. Sólo esta tarde, los niños con cuatro años y medio de edad, habían decidido que recubrirse el uno al otro con barro teñido de rojo con el colorante alimentario que habían robado de la despensa, y él había tenido que mojarlos con la manguera mientras ellos reían como locos. “Pensé que os había dejado en la cama.” Tamsyn había ido a pasar algún tiempo con una compañera de manada que estaba embarazada de su primer hijo, dejándolo a él a cargo de los gemelos.
"Tengo sed", dijo Julian, la postura sumisa olvidada mientras trataba de estirar el cuello para ver la mesa de póquer.
"Y yo tengo hambre", agregó Roman.
“Vi cómo te comiste medio pollo hace una hora.” Alcanzándolo, Nate tocó su pequeño vientre lleno, obteniendo una risita.
En ese momento, Julián se había movido para estar entre Nate y Bastien y tenía sus manos en el borde de la mesa, se puso de puntillas para mirar el juego. Con su leopardo luciendo una sonrisa felina, Nata alborotó el pelo de Julian, mientras Roman bajaba de su regazo para imitar la posición de su hermano entre Nate y Lucas. "Tenemos dos nuevos jugadores."
Con los ojos de los chicos muy abiertos con deleite, Bastien les repartió. Mientras tomaban las cartas sus cachorros se acercaron más a él, sus cuerpos cálidos y pequeños contra el suyo. “¿Papa?” Susurró Julian, señalando el montón ordenado de fichas en frente de él. "¿Puedo ponerlas yo en medio?”
Nate miró las cartas de su hijo, le aconsejó seguir. Julian lo hizo con una expresión seria en su rostro. Y así, el juego continuó, con Nate inclinándose a favor de guiar a los gemelos. Había medio esperado que se aburriesen, pero estuvieron fascinados hasta el final, y Julian cantó de alegría cuando Roman se llevó el bote.
Con una sonrisa de agradecimiento dirigida a los otros jugadores alrededor de la mesa, empujó su silla hacia atrás mientras Dorian cambiaba las fichas por dinero en efectivo. “Derechos a la cama o vuestra madre no me dejara con vosotros dos de nuevo.”
Esta vez, no discutieron ni intentaron quedarse, conocían su tono de su voz. La disciplina era tan importante para los jóvenes cambiantes depredadores como el afecto, y su leopardo sabía instintivamente cuando necesitaban mano dura, al igual que sabía cuándo ellos necesitaban un poco de desenfreno, porque ellos no eran humanos, eran cambiantes, sus leopardos un aspecto integral de su naturaleza.
"¡Adiós a todos!". Dijo Julian, ayudando a Roman con su botín.
Llevándolos a su habitación, vio que depositaban el dinero en un tarro compartido que estaba en la mesilla de noche entre sus camas. Él y Tamsyn había ofrecido comprar dos, pero después de una conferencia rápida, con las cabezas juntas, los chicos habían decidido que sería mejor poner sus fondos en común.
Ahora, después de haber hecho una última visita al baño, se metieron en sus camas sin ayuda, pero esperaron a que él les arropara con las mantas. Inclinándose, besó a cada uno de sus hijos, mientras alisaba la suavidad sedosa de sus pelos, su corazón tan lleno de amor que era casi un dolor en el pecho. “No bajéis furtivamente otra vez.”
"Sí, papá".
Sonriendo ante el dulce coro, apagó la luz, los leopardos no la necesitaban para ver en la oscuridad, y salió, dejando la puerta abierta para escucharlos si lo llamaban. "Buenas noches, chicos."
Sabía que si volvía en una hora, los encontraría en la misma cama, acurrucados en forma de leopardos, las garras cuidadosamente retraídas para evitar dañar las sabanas de superhéroe que les había regalado su abuela.
Sin embargo, a pesar de que ser dos hermanos muy unidos, ya habían desarrollado personalidades únicas. Julian era un manojo de energía, franco y con su leopardo a una pulgada de su piel, mientras que Roman era un planificador, una intensidad que decía que por su pequeña cabeza pasaban miles de pensamientos.
Juntos, ellos eran un infierno sobre ruedas. A Julian se le ocurrían ‘brillantes’ ideas, mientras que Roman encontraba la manera de poner esas ideas en práctica.  Nate sonrió, sacudiendo la cabeza, no sólo habían conseguido el colorante alimentario del estante más alto de la despensa de su madre, sino que habían creado su propio barro excavando en uno de los jardines que Tamsyn había descuidado ese año. Sus cachorros no eran estúpidos. Sabían que si cavaban en el trozo que su madre tan cuidadosamente mantenía, estarían en tantos problemas que no saldrían hasta que fueran adolescentes.
Reprimiendo una sonrisa, sacó su teléfono móvil y buscó la foto que les había tomado antes de conectar la manguera. Desnudos como el día que habían nacido debajo del lodo escarlata, con el brazo alrededor de los hombros de su hermano, sonreían con alegría abierta a la cámara.
"Estos son mis hijos." Sabía que los gemelos dejarían este tipo de travesuras a medida que crecieran, pero Nate esperaba que ellos nunca perdieran su confianza, su amor por los demás.
A punto de bajar a la sala para reunirse con los demás, sintió vibrar su teléfono en la mano. El mensaje entrante hizo que sus labios se curvaran.
¿Cuántas veces han salido nuestros hermosos bebes a hurtadillas de la cama? ¿Les diste un beso de buenas noches por mí?
Sólo una vez, y sí.
¿Has guardado un beso de buenas noches para mí?
He guardado dos.
Que encanto. Te quiero. Estaré en casa en una hora.
"Cuarenta y cinco minutos para de recoger”, dijo, deslizando lejos el teléfono mientras caminaba a través de la puerta de la sala.
¿Tienes prisa?" Preguntó Bastien arrastrando las palabras, con un brillo muy felino en sus ojos.
"Sin ánimo de ofender, Bas, pero tú no eres mi idea de una cita de ensueño." Mientras los demás se rieron, Nate volvió a tomar su asiento... y comenzó a planear cómo exactamente iba a saltar sobre su compañera en el instante en que entrara por la puerta.
Dentro de él, su leopardo flexionó sus garras, dispuesto a jugar.

jueves, 25 de julio de 2013

Acechando a Hawke

Hawke caminaba por el pasillo, consciente de que estaba siendo seguido por unas furtivas pequeñas patas de lobo, unas patas que, en todo caso, estaban tratando de ser cautelosas. Dentro de él, el depredador salvaje que era su otra mitad abrió la boca en una sonrisa lobuna.
Deteniéndose en la puerta abierta de la oficina de Riley, asomó la cabeza dentro. "¿Recibiste el informe?"
Su teniente de mayor rango asintió. "¿Quieres hablar de eso ahora?"
"No. Lo haremos esta noche, ¿aún te apuntas a eso?"
"Por supuesto." Riley hizo un gesto con su taza de café. “Mercy lo llama la Noche de la Testosterona.”
"Ella está celosa porque las niñas no están invitadas." Sonriendo, él siguió caminando por el pasillo, acompañado por el clic de pequeñas garras en el suelo de piedra de la guarida. Ellas dudaron cuando él se volvió hacia su propia oficina y casi podía sentir la profunda decepción que coloreaba el aire.
Él entró rápidamente, tomó su elegante teléfono por satélite negro y salió otra vez, teniendo cuidado de mantener a su espalda al rastreador que lo seguía. El pequeño correteaba para mantenerse al día con él, deteniéndose sólo cuando él se encontró con Riaz.
El teniente de cabellos oscuros levantó una ceja. "¿Te das cuenta de que tienes una cola?"
“Él no está mal. Sólo necesita madurar un poco más.”
Los ojos de Riaz, de un dorado oscuro, se llenaron de una risa afectuosa. “Además de crecer unos pocos metros.”
Con las esquinas de sus labios tirando hacia arriba, Hawke dijo: “Haz como si no lo vieses”
"¿A quién?"
Mientras hablaban sobre los asuntos de la manada, Hawke era muy consciente de las agudas pequeñas orejas del lobo escuchando. Una vez que él y Riaz terminaron, él continuó por el pasillo hasta una de las salidas a la Zona Blanca, el área de juego segura directamente fuera de la guarida. Dirigiéndose hacía los árboles, escondió su teléfono en los pantalones vaqueros, se los quitó y cambió a su forma de lobo.
Las patas detrás de él seguían corriendo mientras su cuerpo se sacudía para asentar su nueva piel, el plata y dorado de su pelo ondulado, entonces corrió internándose más en el bosque. Consciente de que su seguidor no sería capaz de mantenerse al día con un mínimo de fracción de su velocidad como adulto, mantuvo un ritmo que el otro lobo podía seguir.
Al detenerse en el borde de la cascada más cercana al foso, miró hacia abajo a la espuma del agua, y después de un momento, el dueño de las patas sigilosas llegó a su lado. El cachorro aún no había adquirido su color adulto, todavía era de un marrón suave, mientras apoyaba su cuerpo contra el de Hawke, su pequeño corazón latía más rápido que el de un adulto.
Hawke gruñó un saludo antes de volver su mirada hacia el agua.
Cuando se alejó de la cascada después de varios minutos, el cachorro se encontró con él mientras recorría la corta distancia hasta la guarida.
Cambiando a su forma humana, Hawke se puso los pantalones y observó el cambio del cachorro en un espectáculo de luz y color. Un niño pequeño se paró frente a él segundos después.
"¿Me has visto?" Preguntó Ben, puro deleite en los ojos ámbar del lobo. "¡Te aceché!"
"Lo has hecho muy bien". Hawke se agachó delante del chico. “Eres un rastreador excelente.” No estaba mintiendo, para su edad, Ben era muy, muy bueno. De hecho, era mejor que muchos de los chicos mayores. "¿Has estado practicando?"
“¡Sí!  He estado acechando a Mamá y a Papa ¡incluso al tío Judd!”
Hawke revolvió el pelo del chico. "Eso es lo que yo solía hacer cuando era más joven. Me gustaba seguir a mi padre por toda la guarida." Su padre le había permitido creer que se estaba saliendo con la suya, lo mismo que Hawe había hecho con Ben, él no sería un buen alfa si no ayudase al niño a ganar confianza en sus habilidades. “Pero sabes que no puedes hacerlo fuera de las zonas seguras.”
Ben asintió de nuevo. "Ni cuando se están besando. Eso es aburrido".
Hawke reprimió una risa. "Sí, los besos son bastante aburridos", asintió solemnemente. "Vamos a entrar ahora. Tengo que salir de la Zona Blanca".
"Está bien. ¡Adiós!" Despidiéndose con la mano efusivamente, Ben corrió hacia la puerta de entrada de la guarida, pasando a la mitad de las crías en su forma humana. La sonrisa de Hawke creció más ancha. Sin duda, alguien más se encontraría pronto ‘acechado’.

martes, 16 de julio de 2013

Escuela de LOBOSS...



Iba ser parte de la trama de Play of Passion pero fue eliminada, asi que fue tomada como una historia anecdotica...
Unas pocas horas después de su discusión con Hawke, Indigo miró alrededor del claro y sintió su cálido corazón lleno de orgullo. Los jóvenes soldados descansaban en un semicírculo, las piernas estiradas y la espalda contra los árboles, eran fuertes, inteligentes y honorables. Ella estaría feliz de tener a cualquiera de ellos a su lado en una pelea.
"Tácticas", dijo después de haberse instalado.  "Sé que la mayoría de vosotros queréis…" Se detuvo, ladeó la cabeza y frunció el ceño, escuchando algo inesperado en la brisa. Sonaba como un niño, y esta zona estaba fuera de límites para los niños a menos que estuvieran)¡ acompañados de un adulto.
Echando un vistazo a Tai, asintió con la cabeza para iniciar el debate, mientras que ella fue a comprobar el ruido. El hombre joven lo hizo con una confianza que dejaba que estaba listo para ser promovido al rango de soldado completo. Tomando una nota mental para discutir la situación con Riley, pensó en cuales de los otros podrían estar cerca de su "graduación". Charlie estaba justo en el borde, pero tenía un problema de temperamento. Por otra parte, como Jem había demostrado en otro tiempo, si se canalizaba bien, ese temperamento podría convertirse en fuerza.
La tentación malvada del aroma de Drew susurró sobre ella antes de que lo viera agachado al lado de un pequeño cachorro, el pelaje del pequeño lobo suave, su aroma inocente. Ben, lo reconoció de inmediato. A pesar de que Drew tenía que haberla olido, él no miró en su dirección, por lo que ella se quedó con el hombro apoyado contra un árbol y observó, tratando de averiguar qué demonios estaban haciendo.
Ben inclinó la cabeza hacia arriba, tomó aire y luego soltó un silbido agudo.
La mirada de vergüenza en su rostro amenazó con hacer que Indigo sonriera, pero ella se contuvo. Sí, él era un bebé varón, pero seguía siendo un hombre. El orgullo era algo que parecía venir unido al cromosoma Y…
"Eso está mejor", dijo Drew, con una mano en la espalda del cachorro, "pero tienes que sacar el sonido de más bajo.” Levantando su cabeza, tomó un profundo aliento y lo dejó escapar.
La evocadora música del aullido de un lobo se hizo eco a través de los árboles.
No era tan fuerte como el sonido que provenía de la garganta del lobo, pero era lo suficientemente potente. Varios compañeros de manada respondieron de todas partes, lo que hizo que se erizara el bello de la nuca de Indigo, su lobo inmediatamente listo para unirse al alegre canto. Pero entendiendo que esto era una lección, mantuvo su silencio.
"¿Ves?" dijo Drew, con los ojos fijos en los de Ben. “Sácalo de tu corazón. Sé el lobo".
Ben volvió a respirar hondo, lo sostuvo y levantó la cabeza. 
El aullido que salió fue cortado súbitamente cuando el cachorro se detuvo con un yip, aparentemente sorprendiéndose a sí mismo. Drew se echó a reír, incluso mientras sus compañeros de manada respondían una vez más, por sus tonos haciéndose una pregunta. Mientras la miraba, Drew respondió, diciéndoles que todo estaba bien.
Ben se movió de debajo de la mano de Drew en ese momento y corrió hacia Indigo, con el cuerpo lleno de orgullo y emoción. Ella se agachó para acariciarle las orejas. "Bien hecho, Ben."
Asintiendo bajo su mano, levantó la cabeza y le mostró la garganta. Era un gesto de sumisión activa, una señal de que quería jugar. Se inclinó y tocó su nariz con la de él en un afecto abierto. "Tengo que ir a trabajar, pero jugaremos más tarde, ¿de acuerdo?"
Drew sostuvo al cachorro hasta que ella se puso de pie. "No dejes que te engañe, ya tiene una cita para jugar con Marlee."
Ben escondió su rostro en el pecho de Drew, Indigo comenzó a sonreír. Fue entonces cuando a Drew estiró la mano, la atrajo hacia sí y la besó con tal caliente minuciosidad que le salió el vapor por las orejas.
"Hola, Teniente," dijo él después.